Frente a la violencia, comunidad (porque ninguna se cuida sola)
Redacción Fululu
Las violencias no son un hecho aislado ni un problema individual. Es una cuestión estructural, cotidiana y muchas veces silenciosa. Se manifiesta en nuestros cuerpos, en nuestros hogares, en nuestros barrios y en las instituciones. Pero, así como las violencias se propagan en soledad; el cuidado y la protección se tejen en colectivo.
En contextos donde niños, niñas y adolescencias crecen expuestas a múltiples riesgos como acceso limitado a servicios, pobreza, violencia intrafamiliar, abuso, discriminación—, la comunidad aparece como un espacio de resistencia y de posibilidad. Fortalecer el tejido comunitario no es un gesto decorativo: es una estrategia política urgente para construir entornos seguros, afectivos y sostenibles.

Combatir las violencias implica recuperar la confianza, reconstruir vínculos y reconocernos como parte de una red donde el dolor no se vive en soledad, donde la ternura también se organiza y donde cada persona cuidadora, cada integrante de la comunidad, las organizaciones sociales, las instituciones del Estado y la sociedad civil en su conjunto tienen un rol fundamental en la protección.
Desde Comunidades en Acción: tejiendo redes de protección, acompañamos procesos de formación con adolescentes, familias y mujeres cuidadoras; promovemos el liderazgo comunitario y el trabajo en red; articulamos con instituciones para activar rutas de protección; y, sobre todo, sostenemos espacios donde se escucha, se nombra y se enfrentan las violencias con herramientas colectivas.
Porque generar comunidad no es solo reunirse: es implicarse, cuidarse y decidir que ninguna vida debe enfrentarse sola al dolor. La protección es un derecho, y construirla juntas es nuestra apuesta.

Este proceso es implementado por Fundación Lunita Lunera, como parte de una iniciativa de UNICEF.

